lunes, julio 30, 2007

URGENTE ESCULELA

Por Beatriz Jouve
(Tomado de http://www.postalesdelsur.net/)

A lo mejor fue a fuerza de rutina, por la imperiosa necesidad de ordenar un día atrás del otro en estos tiempos que nos pasan.
O tal vez fue la manera de sobrellevar mejor la carga.
El caso es que, sin saber bien el cómo ni el cuándo, nos fuimos acostumbrando.
Se nos acostumbraron los pies a bordear la tapa de la rejilla para no caer rodando por el patio.
Se nos acostumbraron los ojos a ver la pared con la mancha de humedad y la pintura descascarada.
Se nos acostumbró la voz a dar clases en el salón sin puertas. Se nos acostumbraron los ojos a ver los pibes sin medias.
Se nos acostumbraron los oídos a escuchar: seño mi hermana no vino porque no tiene zapatillas.
Se nos acostumbró la mano a escribir con el lápiz rojo y a repartir leche y facturas con 0,35 centavos por pibe, y a preparar comidas con 1$ por plato.
Se nos acostumbró el olfato a que en algunas escuelas no hay olor a útiles sino a guiso, naranja, y perros mojados.
Se acostumbró nuestra práctica a que en algunas escuelas los chicos necesitan siete u ocho años para aprender a leer y a escribir.
Se nos acostumbró el oído a escuchar que esto se llama diversidad y no desigualdad. Y que en todo caso se necesita de la equidad y no de la igualdad (dios nos libre de la temida homogeneización)
Se nos acostumbró el pensamiento a pensar que es normal, que siempre hubo ricos y pobres, y naturalmente a los pibes pobres les tocan las escuelas pobres.
Se nos acostumbró el pensamiento a pensar que todas estas cosas van por otro lado. Y a llenar los formularios para depositar en la ventanilla de Construcciones Escolares, pero mientras tanto, vendemos y compramos las rifas que nosotros mismos organizamos.
Se acostumbraron los reclamos a ser enmarcados dentro de lo posible… en este tiempo y en este espacio.
Prendida de esta idea, les propongo que nos animemos a pensar del otro lado.
A reclamar con los padres, los docentes y los chicos escuelas reversas para las infancias.
Escuelas con espacios amigos sin cables amenazadores, ni mástiles acechantes, ni vidrios asesinos.
Escuelas con laboratorios, videos, computadoras, bibliotecas y obras de arte tapizando las paredes de los salones...
Recreos sin timbres y césped en el patio acariciándonos los talones...
Traspasemos las barreras con que educaron nuestros pensamientos..., que no sea la fatiga nuestro descanso ni nuestra calma... ni nuestra virtud el sacrificio.
Que la docencia no puede, ni quiere ni debe vestir las ropas del apostolado. En los patios, en las calles y en las aulas enseñemos y aprendamos con los pibes a jurar con gloria vivir.

viernes, julio 27, 2007

CRIMINOLOGIA

Por Eduardo Galeano

Cada año los pesticidas químicos matan a no menos de 3 millones de campesinos. Cada día los accidentes de trabajo matan a no menos de 5 mil obreros. Cada minuto la miseria mata a no menos de 20 niños menores de cinco años.
Estos crímenes, cuyas cifras provienen de las estimaciones más moderadas, figuran en los informes de diversos organismos internacionales, pero no tienen publicidad. Son actos de canibalismo autorizados por el orden mundial. Como las guerras.
Mucho cuidado: los delincuentes andan sueltos. Pero los más temibles no son los que provocan la histeria pública y dan a ganar millonadas a los fabricantes de alarmas, a las empresas que venden seguridad privada y a la prensa que vende inseguridad pública.
No: los peligrosos de veras peligrosos son los presidentes y los generales que destripan gentíos, los reyes de las finanzas que secuestran países, los poderosos tecnócratas que roban salarios, empleos y jubilaciones.
Todos somos sus rehenes.
Clarence Darrow, inventor del difundido juego de mesa Monopolio, fue quien mejor supo definir a quienes habitualmente aparecen en las páginas policiales de los diarios: `Criminal es la persona con instintos predatorios que no tiene suficiente capital para fundar una gran empresa`.
Mi país, Uruguay, está en la ruina. Ha sido desvalijado por los banqueros, no por los carteristas. Pero la ley castiga con la misma pena mínima, dos años de prisión, al carterista que mete la mano en el bolsillo de un pasajero en el bus y al banquero que roba mil millones de dólares. Y la pena máxima del carterista duplica la del banquero.
Para los que mandan no hay `tolerancia cero`. La exitosa receta de Rudolph Giuliani, nacida para limpiar de delincuentes las calles de Nueva York y vendida en el mun-do entero, no se equivoca nunca. Aplica siempre hacia abajo, jamás hacia arriba, la mano dura y el castigo preventivo, que viene a ser algo así como la versión policial de la guerra preventiva. Convierte la pobreza en delito y atribuye una `conducta protocriminal` sobre todo a los pobres de origen africano o latinoamericano, que son culpables mientras no prueben su inocencia.
En muchos países se puede ir preso por portación de piel. En Estados Unidos, por ejemplo. Dentro de las cárceles hay cuatro negros por cada 10 presos. Fuera de las cárceles hay un negro por cada 10 habitantes.
También es peligroso ser pobre. Se puede morir ejecutado. Hace más de dos siglos, se preguntaba Thomas Paine: `¿Por qué será tan raro que ahorquen a alguien que no sea pobre?` La pregunta sigue ahí, aunque se haya cambiado la horca por la inyección letal. En Texas, pongamos por caso, la pobreza de los que cada año marchan a la muerte no sólo está en las estadísticas. La ausencia de ricos en el patíbulo se revela hasta en la última cena: nadie elige langosta o filet mignon, aunque esos platos están en el menú de despedida. Los condenados prefieren decir adiós al mundo comiendo hamburguesas con papas fritas, como es su costumbre.
De todas las formas de ejercicio profesional del asesinato, la guerra es la que ofrece la más alta rentabilidad. Y la guerra preventiva es la que brinda las mejores coartadas: como la `tolerancia cero`, castiga a los más indefensos no por lo que han hecho o lo que hacen sino por lo que pueden haber hecho o podrían hacer.
El presidente George W. Bush no puede patentar la guerra preventiva. Otros la habían inventado antes. Algunos casos que no pertenecen al pasado remoto: Al Capone envió mucha gente desde Chicago al otro mundo porque más vale prevenir que curar, José Stalin aplicó sus purgas por las dudas, Adolfo Hitler invadió Polonia proclamando que Polonia podía invadir Alemania y los japoneses atacaron Pearl Harbour porque podían ser atacados desde allí.
`Nos imponen la guerra`, decía y repetía Hitler mientras llevaba adelante su aventura criminal. La mayoría del pueblo alemán le creyó y lo acompañó. También la mayoría del pueblo estadunidense creyó que Saddam Hussein era coautor del 11 de septiembre de 2001 y que en cualquier momento podía arrojar una bomba atómica en la esquina de la casa.
No han cambiado los discursos del poder guerrero. Siguen repitiendo lo mismo: el mal nos obliga a defendernos.
Irak no amenazaba la paz mundial en la realidad, pero sí en los discursos de Bush, Tony Blair y José María Aznar. Las verdaderas armas de destrucción masiva resultaron ser las palabras que inventaron su existencia. Mataron a miles. El científico David Kelly ha sido su víctima más reciente.
Donald Rumsfeld había definido a Irak como `un laboratorio para guerras futuras`.
Make war, not love: mientras anda por el mundo predicando la abstinencia sexual, el presidente Bush proyecta nuevas hazañas bélicas.
Como a nueve presidentes anteriores, Cuba lo tiene con la sangre en el ojo. Refiriéndose a la isla, advirtió hace poco: `La mejor forma de proteger nuestra seguridad es salir al encuentro del enemigo antes de que el enemigo venga`. El presidente, especialista en plagios involuntarios, estaba repitiendo una frase de Stalin: `Debemos eliminar a nuestros enemigos, antes de que nos eliminen ellos`. El concepto era de Al Capone: `Mata antes de que te maten`.
La prueba de que Cuba es un peligro está a la vista en los cines del mundo. En su película más reciente, James Bond, siempre perseguido por las bombas y los biquinis, penetró en La Habana. Y allí descubrió una clínica secreta, de alta tecnología, dedicada a reciclar terroristas.
Pero otras pruebas hay, igualmente irrefutables, contra otros países, y larga es la lista de candidatos. ¿Cuál será la próxima víctima del homicidio masivo disfrazado de acción humanitaria? Quién sabe. Corea del Norte, Siria, Irán... El presidente no la tiene fácil. En favor de Irán opera una razón, una tentación, de mucho peso: allí yace la segunda reserva mundial del gas natural, y eso se necesita con urgencia. Como el petróleo de Irak, el gas jamás será mencionado por los invasores si Irán resultara ser el país elegido.
Alerta, peligro: al paso que vamos, los hu-manitos podríamos llegar a correr la misma desgraciada suerte de las muchas especies ya desvanecidas de la faz de la Tierra.
Ocurre que el presidente del planeta tiene, como James Bond, licencia para matar. Y con más razón: él encarna el bien por mandato divino.
El bien no puede ser juzgado. Un tribunal internacional de justicia debe ocuparse de los crímenes de guerra de Slobodan Milosevic o de Hussein, que para eso está, pero los instrumentos de Dios son intocables.
Como todos los delincuentes, estos arcángeles blindados necesitan impunidad para trabajar sin sobresaltos que les amarguen la vida.
Para garantizar la impunidad de la guerra preventiva, nada mejor que una ley preventiva. La firmó el presidente Bush, el 2 de agosto del año pasado, después de ser aprobada por las cámaras de diputados y senadores. Lleva el número 107-206 y se llama Service-Member`s Protection Act.
Esta ha sido la respuesta oficial a la amenazante creación de la Corte Penal Internacional. La ley prohíbe detener, procesar o encarcelar a los militares estadunidenses, y también a sus aliados protegidos, `especialmente cuando operan en el mundo para proteger los vitales intereses nacionales de Es-tados Unidos`. Y autoriza al presidente `a usar todos los medios necesarios y apropiados para liberarlos`. No se establece ninguna limitación al uso de esos medios.
A la vista de la experiencia histórica y de la realidad presente, eso significa que la ley permite invadir Holanda. Si los jueces de la Corte Penal Internacional se portan mal, será legalmente posible el envío de tropas a la ciudad de La Haya, para rescatar a quienes hayan caído en sus manos.

Un par de versos de Calvin Trillin:
Dios no ha creado ninguna nación
que no merezca nuestra invasión.