lunes, mayo 28, 2007

AMENAZAS A MADRES DE PLAZA DE MAYO DE SANTA FE


COMUNICADO DE PRENSA

El Foro Contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe, denuncia y repudia la volanteada realizada por manos anónimas en la vereda de la casa de la Madre de Plaza de Mayo, Queca Kofman. Los volantes tirados entre la noche del 25 de mayo y la mañana del 26, tienen exactamente el mismo formato y tipografía que los arrojados en la Casa de Derechos Humanos, inmediatamente del secuestro de Jorge Julio López, en los que se amenazaba con una nueva desaparición.
La vil acción de pretender agraviar e intimidar a quienes ya les secuestraron, torturaron, asesinaron, e hicieron desaparecer sus hijos, no hace más que mostrar una vez más la cobardía de los genocidas de la dictadura militar. Desde las sombras, continúan su accionar perverso, poniendo a luz ante las nuevas generaciones, que solo son y han sido capaces de ensañarse con los que luchan por la justicia. Asesinaron a una joven generación luchadora, para entregar el patrimonio nacional a los oligarcas y el imperialismo; y mandaron a nuestros pibes a una muerte segura en Malvinas mientras ellos especulaban, robaban y capitulaban.
Lo más preocupante es que estos elementos están organizados y gozan de una total impunidad. Cuando la Justicia, aunque lenta y parcial, comenzó a llegarles, pasaron de la amenaza a la golpiza, al secuestro y la desaparición. Hoy reaparecen para mostrar que siguen ahí, y que en cualquier momento pueden producir nuevos crímenes.
Responsabilizamos al gobernador Obeid y a todas las autoridades provinciales por lo que pudiera ocurrir en el futuro, y denunciamos su indiferencia frente a decenas de hechos similares, que demuestra su actitud de complicidad con los represores, puesto de manifiesto también en el silencio frente a los reiterados pedidos de audiencia del Foro Contra la Impunidad y Por la Justicia.
Frente a esta situación, exigimos:
- Que se realicen investigaciones a fondo para que haya juicio y castigo para los responsables de estas agresiones, que en nuestra provincia ya resultan incontables, sin que hasta el momento se haya esclarecido ninguno de estos hechos.
- El desmantelamiento del aparato represivo, que sigue contando entre sus cuadros dirigentes a personeros que actuaron en el genocidio de la dictadura militar, muchos de los cuales ni siquiera pueden ser inculpados judicialmente, porque no han quedado sobrevivientes para señalarlos, o porque los que sobrevivieron no los han podido reconocer por estar encapuchados.
- Que se aceleren los juicios a los genocidas procesados, y que se brinde protección efectiva a los testigos.

Santa Fe, 26 de mayo de 2007
FORO CONTRA LA IMPUNIDAD Y POR LA JUSTICIA

viernes, mayo 11, 2007

COMBUSTIBLES POR ALIMENTOS

Por Atilio A. Borón (Tomado de Página 12)


Las cosas andan mal en el imperio. Sediento de petróleo, Washington decidió deshacerse del carnicero a quien le habían confiado la tarea de desangrar a la revolución iraní y apoderarse del petróleo de Irak. Pero a Bush y los “halcones-gallina” el tiro les salió por la culata. No pueden ganar esa guerra y, para colmo de males, tampoco pueden retirarse. Están condenados a permanecer en un territorio que día a día les cobra, como el viejo Shylock de El Mercader de Venecia, su libra de carne. El abastecimiento de petróleo se torna cada vez más azaroso: el Medio Oriente se desestabiliza a ojos vista y hasta el propio baluarte saudita está profundamente en cuestión; el Asia Central ya está fuera de control y los amigos de ayer son los bandidos de hoy. En el Africa Occidental, ni Nigeria ni Angola reúnen las condiciones mínimas para garantizar el abastecimiento energético requerido por los Estados Unidos. En México, el petróleo se está acabando. Queda Venezuela, la Venezuela de Chávez, nada menos. Claro que los gobiernos del primer mundo considerarían una insensatez requerir de sus ciudadanos que moderen su enfermiza propensión al despilfarro energético. Además, esto enfrentaría a la Casa Blanca y sus amigos a la violenta presión del lobby automovilístico, petrolero y aeronáutico, amén de las grandes transnacionales que controlan los agronegocios (y financian las campañas de los “partidos del orden”), por lo que la única “solución” que encuentran estos gobiernos es convertir los alimentos en combustibles. Esto es, dar una nueva vuelta de tuerca a la alienación propia de la economía capitalista que primero convirtió a los alimentos en mercancías y ahora los reconvierte en combustible.
En otras palabras, para sostener el despilfarro del mundo desarrollado será preciso profundizar el hambre en el Sur. Destinadas a producir agroenergéticos, todas las tierras cultivables de Europa apenas abastecerían el 30 por ciento de su consumo de hidrocarburos. La demanda de Estados Unidos, a su vez, requeriría destinar el 121 por ciento de su superficie agrícola a la producción de etanol y biodiesel. ¿De dónde saldría el resto? De la periferia del sistema, ésa que en estos momentos alberga casi mil millones de hambrientos y que, según cálculos conservadores realizados por dos economistas de la Universidad de Minnesota, en caso de que se avance con el acuerdo Bush-Lula, rápidamente se agregarían dos mil millones de hambrientos más. ¿Qué mundo sería ése? Un mundo en donde se provocaría, en aras del derroche inducido por las grandes transnacionales que lucran con ello, la lenta y silenciosa eutanasia de los pobres. Por eso, el líder histórico de los Sin Tierra de Brasil, Joao Pedro Stedile, dijo que el acuerdo Bush-Lula es un “pacto diabólico”, que no sólo condena a la mitad de la población mundial al exterminio, sino que, además, significa dar rienda suelta a la depredación del medio ambiente en una escala jamás conocida en el planeta. Los biocombustibles son un arma letal en contra de la humanidad, cuya viabilidad exige practicar un genocidio. Y, más en el corto plazo, es una estrategia destinada a debilitar la creciente influencia de Chávez en América latina. Es una lástima que Lula, que prometió garantizar para todos los brasileños tres comidas al día y no lo logró, se preste ahora a un juego tan sórdido como el que le propuso la Casa Blanca.
* Director del PLED, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación.
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viernes, mayo 04, 2007

ANTE LAS DECLARACIONES DEL ASESINO E INUNDADOR REUTEMANN

Por Gustavo Martínez

El Senador Nacional Carlos Reutemann ha realizado declaraciones en los últimos días.
Ante esto, quiero expresar lo siguiente: El senador nacional Carlos Reutemann ha salido nuevamente de su habitual silencio con el propósito de ofrecernos a los santafesinos una lección sobre la historia reciente de nuestra provincia y de nuestro país. Quizá no recuerde que ya tuvo en sus manos la oportunidad de darnos alguna lección. Y bien que la dio, lamentablemente con creces. Nos enseñó la magnitud del dolor: de sus dos mandatos nos quedan los muertos, entre ellos alguien con quien compartí trabajo, luchas y proyectos y que después de muerto me llevó a conocer a madres y padres, hijos y hermanos de las víctimas de la masacre de diciembre y de las inundaciones del 29 de abril del 2003: 23 muertos en los días de la inundación y, posteriormente, más de 150 a causa de la misma.
Diciembre de 2001 y abril de 2003 han marcado hasta el hueso nuestra historia reciente. Marcas sobre marcas, heridas y llagas provocadas por los ejecutores de la dictadura genocida entre los que el ex gobernador santafesino reclutó a sus ministros y secretarios: Mercier, secretario de Hacienda de la dictadura y secretario de Hacienda de Reutemann en sus dos gobiernos; el Tte. Coronel Riege, responsable de 40 casos de desaparición forzada de personas durante su gestión al frente de la UR II de la policía santafesina, y secretario de seguridad del primer mandato de Reutemann, cargo que durante el segundo ocupó Enrique Alvarez, quien formó y forma parte de la SIDE desde marzo de 1976 y hasta el momento sigue dando cursos en la Escuela Superior de Inteligencia.
“Reutemann tiene predilección por los genocidas”, sentenció en un artículo, hace 15 años, el maestro Rubén Naranjo, uno de los pilares de la lucha por los DDHH en nuestra zona.
Y también la tiene, vale añadir, por quienes le dieron continuidad a los planes económicos de la dictadura, como su padrino político Carlos Menem.
Algunos dirán que es una exageración afirmar que cada declaración de Reutemann compromete la paz social de nuestra provincia. Esos algunos son los que no han tenido la oportunidad de poner a prueba la dignidad, la memoria y la paciencia de los miles de luchadores sociales que diariamente le dan sentido a la democracia, más allá de las políticas oficiales. Reutemann no entendió, y jamás logrará entender, nada de lo que pasa abajo, en el llano, nada de lo que ocurre en cada casa, en cada barrio.
No entendió, y jamás logrará entender, que hay muertos que viven y vivos que están muertos; que una cosa es contar con la impunidad del poder judicial y otra muy distinta es lograr la impunidad, el olvido o el perdón del pueblo y sus muertos, que no paran de gritar por justicia y dignidad para todos.
No entendió, y jamás logrará entender, que nacimos sólo con dos mejillas; que junto al dolor y la bronca, y con idéntica velocidad, crecen la esperanza y la alegría de seguir la lucha; que “Dios es negra”; que miles de hormigas pueden hacer de un elefante comida de invierno; que puede discutirse acerca de la existencia de Dios pero no sobre “la resurrección de los muertos” y los fantasmas que recorren nuestros paises como en otros momentos recorrieron Europa.
Reutemann no entendió, y jamás logrará entender, eso de que 2000 años después pocos recuerdan el nombre de los soldados romanos que crucificaron a ese hombre sencillo, hijo de trabajadores.
No entendió, y jamás logrará entender, que eso no es olvido, ni desmemoria: la humanidad entera, a la hora de describir en pocas palabras la brutalidad y la bajeza de nuestra especie y sus gobernantes, recurre a frases y expresiones imborrables, que siempre permanecerán en la memoria colectiva: “Lavarse las manos”, “Poncio Pilato”.
“Yo no sabía”, dice el senador ante la inundación. “No di orden de matar a nadie” en diciembre del 2001, argumenta.
El Poncio Piloto santafesino podrá repetir esas vaguedades hasta el cansancio. No entiende, y jamás logrará entender, que ninguna palabra cambiará ya la historia y la realidad y los hechos, que los muertos viven y sus voces se multiplican, y que hay vivos que caminan sin comprender que están muertos.
Los nombres de los que gatillaron, como Velázquez, Quiroz, Iglesias y otros, se irán perdiendo para los muchos, pero, a la vez, esos muchos, cada vez más, con el correr del tiempo le pondrán nombre y apellido a la cobardía, a la ignominia, al escarnio, al robo de nuestra riqueza y a los responsables de tanto dolor.
En este país, la derecha mata, amenaza, chantajea y difama para obtener el control de dos áreas de gobierno que considera fundamentales: economía y seguridad. Y, sin embargo, cuando las tiene en sus manos mata mucho más, con balas de hambre, de impunidad, y también con las de plomo.
Está escrito en los paredones de Ludueña: “Cuando la cana nos tira, el que apunta es el gobierno”. En los dos gobiernos de Reutemann, el mismo secretario de Hacienda que brindó sus buenos oficios a la dictadura genocida.
Los dos secretarios de Seguridad en su gobierno, también compinches de los genocidas. A veces derrochamos recursos, tiempo y palabras. Bastaría con mencionar solamente esto último para describir a este hombre carente de fe y dignidad que hoy pretende dar cátedra de democracia. En estos días de muertes anunciadas en el Irar, en las cárceles, en las calles, se habla de la avalancha de anuncios de bienestar y de lo poco que se escucha y se ve y se analiza y se “debate” lo que ya pasó. Resultado, se termina ignorando lo que se anuncia y lo que viene ahí, aquí cerquita, al lado nuestro, y entonces volvemos a escribir y hablar para unos cuantos muchos que no quieren o no pueden leer o escuchar.
Ya sabemos muchas cosas del futuro.
Por ejemplo, sabemos que en los próximos días habrá denuncias de apremios ilegales, muertos en rutas, un abuelo golpeado, un robo a un banco, un caso de gatillo fácil, una carpa por despidos, y habrá otras delicias que ya sabemos. Podemos cerrar los ojos y la boca, pero sabemos. Lamentablemente lo sabemos.
Pero él, el entonces gobernador, “no sabía”. Y jamás lo sabrá.
Queremos parar este mundo, detenerlo al menos por un momento, detener la máquina de fabricar tragedias humanas. Pero no, no hay caso.
Imaginamos situaciones frente a todo lo que parece que se anuncia, e imaginamos respuestas porque la historia nos ha enseñado que cuando tenemos la melancólica esperanza de que es el último asesinato, viene otro, y Maxi y Darío, y el Oso Cisneros y la desaparición de Jorge Lopez y el fusilamiento del compañero Carlos Fuentealba y ... Esa letra, “y”, ya duele de tan interminable, de tan injusta...
Hace mucho tiempo que no juramos.
Hace mucho tiempo de muchas cosas que no hacemos aunque las imaginemos tan reales, tan nítidas, y tan necesarias.
“En esta puta ciudad” no sólo “hay un grito que crece, un grito que no deja dormir a los verdugos ni reir a los traidores”...hay también rumores, charlas, debates y propuestas. Y hay cosas que sabemos van a suceder...
Podría decir que lo juro por mi compañero Pocho Lepratti, por Sandra Cabrera, a la que no pudieron gatillarle de frente; por Orlando Lepratti, asesinado-intoxicado por esa grosera impunidad que espesa y agita la sangre que va y viene del corazón.
Podría decir que lo juro por el Gringo Porcu, con el que decidimos muchas cosas, entre ellas robarle (hurtarle, diría M. Eugenia) al cáncer que le comía los huesos la decisión del momento y del cómo morir. Decidimos echar por tierra el titular que tenía preparado, y lo decidimos democráticamente, después de varios empates 1 a 1 hasta que fuimos tres en la asamblea y quedé en minoría en el debate frente al Gringo y al pasaje de Hamlet que habíamos convocado para que hablara sobre cómo el miedo a la muerte nos hace cobardes y andamos soportando la violencia de los tiranos. Lo podría jurar por esa votación de dos, que terminó tres a cero, y también por ese momento en que pude jurarle que lo haría. (No importa que no se entiendan algunas cosas, no pretendo abrir debate alguno sobre la eutanasia y su relación con los mandatos de asambleas)
Podría decir: lo juro por todos ellos que conocí (todos menos Hamlet) , pero no. No es “algo personal” ni individual, ni algo para compartir con los muchos que también los conocieron a todos ellos, que éramos los nosotros.
Quiero que se entienda bien. Sueño, anhelo, tengo la esperanza de que mis compañeros, todos y los que no lo son, y los que no conozco ni voy a conocer, también lo entiendan: intento eso, torpe, con ilusión.
Por eso: lo juro por Juan Ramírez, al que no conocí, y millones no lo conocieron, y que ya es parte de las miles de muertes olvidadas, negadas, pisoteadas, de las que ni siquiera se les echan en la cara a los Reutemann, a los Obeid, a los De la Rua cuando pasean su indignidad por nuestras calles. Lo juro por Juan, que a pesar de tener nombre y apellido fue anónimo a las pocas horas de haberse muerto de infarto aquel marzo del 2004 en una de las 520 escuelas que no tenían emergencia mèdica, y una de las 60 que no tenían teléfono.
Lo juro por sus 58 años, por su plan “jefe de Hogar”, por su “titulo” de portero sin serlo, o serlo a pesar de su plan trabajar. Juan Ramirez cayó mientras se izaba la bandera, en la escuela 154, en marzo del 2004.
No había teléfono, ni emergencia médica, “plan jefe de hogar” haciendo el trabajo de portero, no había teléfono, ni emergencia médica, ni ministerio, ni camilla para trasladarlo a él y a su corazón. Sólo había brazos de maestro donde caerse y morir mientras se izaba la bandera en una escuela sin teléfono ni emergencia médica.
Lo juro por Juan Ramirez y también por los brazos de esa maestra en los que murió, y ese silencio que imagino y ese calor que se fue yendo y ese frío que corrió por todos los que nos fuimos enterando de todo, menos de quien era Juan Ramirez.
Juro, como ya lo están haciendo muchos en esta ciudad, que al próximo compañero o compañera que asesinen lo vamos a velar ahí, en donde están los que deciden o permiten que sigan muriendo los que luchan por una sociedad en la que los padres no estén en el velorio de sus hijos.
Juro, como ya lo están haciendo muchos en esta ciudad, que no habrá cementerio de muertos para nuestros compañeros y compañeras que VIVEN.
La Plaza que está frente al edificio donde dormitan los que deciden, los que permiten que sigan muriendo los que luchan por una sociedad en la que los padres no estén en el velorio de sus hijos, ese será el lugar para ellos, para esa parte del nosotros. Lo juramos por todos los Juan Ramirez que ese será el lugar y la sala para velar la dignidad y la vida.
No más salas para velar la muerte de los que en verdad nacieron un diciembre del 2001, un 26 de junio del 2002, un 5 de abril de 2007. Reutemann podrá continuar con sus fraserío hipócrita: “Yo no sabía”, “No di orden de matar a nadie”.
Nosotros, en cambio, seguiremos aferrados a una frase cargada de historia, de presente y futuro: “Los cementerios son para los muertos y las plazas para los que VIVEN”.

Gustavo Martinez - ATE Rosario

jueves, mayo 03, 2007

PRIMERO DE MAYO

Por Carlos del Frade (APE).-

Casi dos millones de chicas y chicos estadounidenses eran explotados en las tejedurías, puertos, fundiciones, hoteles, carnicerías, frigoríficos y calles de las principales ciudades del país del norte de América. Esa fue una de las principales razones de la huelga del primero de mayo de 1886, la existencia real y cotidiana de la niñez de Estados Unidos. En el pliego de condiciones también figuraban las ocho horas de trabajo, la necesidad del descanso dominical, jornal acorde a las actividades que se realizaban y leyes sociales de protección integral para todos. Dos días después de la huelga general, la represión policial en Chicago dejó decenas de muertos y dos centenas de heridos. Luego vino la persecución contra los ideólogos y la horca para ellos, el 11 de noviembre de 1887. Fueron los mártires de Chicago. Uno de ellos, Michael Schwab, encuadernador, sostuvo ante el juez: “No hay secreto alguno en nuestra propaganda. Anunciamos de palabra y por escrito una próxima revolución, un cambio en el sistema de producción de todos los países industriales del mundo... Todos los días se cometen asesinatos, los niños son sacrificados inhumanamente, las mujeres perecen a fuerza de trabajar y los hombres mueren lentamente consumidos por sus rudas faenas y no he visto jamás que las leyes castiguen esos crímenes”. Ciento veintiún años después de aquel primero de mayo, la mayoría de los trabajadores argentinos tienen jornadas laborales que están por encima de las diez horas, sus salarios no llegan ni a la mitad de la canasta familiar, más de la mitad de la fuerza laboral está en negro y casi tres millones y medio de niñas y niños son explotados sin ningún tipo de protección. Hay una necesidad histórica de reverdecer aquellas originales banderas de la clase trabajadora para que se conviertan en una palpable realidad de los que producen la riqueza en la Argentina. Y junto con la lucha por la conciencia habrá que celebrar las construcciones colectivas de miles de trabajadoras y trabajadores argentinos que han tomado empresas vaciadas por sus patrones y recuperadas por ellos; habrá que festejar la nueva camada de delegados gremiales menores de treinta años que gambetean la propaganda del sistema y que condena las prácticas sindicales; habrá que contar el por qué de cada una de las luchas que aparecen en toda la geografía del país en contra de los señores feudales que quieren perpetuar sus privilegios y que, de pronto, se topan con las miradas, los cuerpos y la dignidad de mujeres y hombres capaces de protagonizar el futuro desde la rebeldía y el compañerismo. El día internacional de los trabajadores, una vez más, será un día de lucha, conciencia y celebración de la clase que todos los días, más allá de las cifras oficiales, cantos de sirena estridentes y vacuos, son capaces de pelear por su libertad y en beneficio de un mundo distinto, donde palabras tales como solidaridad, justicia y dignidad tengan sentido. Porque serán ellos, los trabajadores, quienes parirán un lugar distinto, en donde las niñas y los niños se reencuentren con la dulzura de un alfajor de chocolate, la mano tibia de una maestra y la risa desatada y sin miedos en rondas catongas o partidos de fútbol que festejen la realización de aquel paraíso soñado por los hijos del pueblo. Sueños de trabajadores que fueron capaces de burlar todas y cada una de las represiones impuestas. Como se decía en 1890, en las pocas ciudades argentinas que se conmemoró por primera vez el primero de mayo: ¡Viva la lucha de los trabajadores!