lunes, junio 04, 2007

NORA CORTIÑAS - REFLEXIONES SOBRE LA MARCHA DE LOS CHICOS DEL PUEBLO

Reflexiones sobre la Marcha: Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora24/05/07(APE).-

Los chicos siempre dicen la verdad y tienen la sensibilidad suficiente para sentir las cosas que pasan a su alrededor. Rara vez inventan y largan lo que tienen adentro con espontaneidad. Y esto, en los Chicos del Pueblo, es más fuerte, se hace imposible ocultarles la verdad de lo pasa. Son más sensibles, saben expresarse y entender lo que viven. La lectura de la realidad que hacen es más clara que la nuestra. A veces, los adultos tenemos miedo de hablar, de ser sinceros. Ellos no, por eso se expresan distinto. Nosotros nos cuidamos de que no se enoje tal o cual político. Y sin embargo, estos chicos no están condicionados para nada: quieren que el mundo cambie y lo dicen.
Escuchar sus discursos es una belleza. Una nena dijo que no estamos saliendo del infierno, como dice el Presidente, sino que seguimos en él. Lo dijo porque lo vive. Cuando los chicos dicen que el “hambre es un crimen”, es porque lo viven en sus propios cuerpitos. No se los puede engañar, y cuando alguien quiere hacerlo se ofenden mucho.
Es verdad lo que dice Queca Koffman, que cuando uno ve a estos chicos ve a nuestros hijos. Pero no sólo en los chicos, sino también en los educadores, a quienes mejor llamaría “guías”. Ellos saben orientar el camino que los propios chicos buscan. Recuerdo a mi hijo Gustavo cuando comenzó su militancia en los barrios; sin haber hecho cursos, alfabetizaba. Y podía hacerlo porque tenía un ida y vuelta particular con los pibes. Por eso felicito fervientemente al equipo que trabaja con estos chicos.
Durante la marcha fotografié cartelitos: “Trabajo para mi papá”, “Que no nos falte el pan”, y así. Y al ver este tipo de cosas, pienso que a los Chicos del Pueblo sólo hay que acompañarlos, porque ellos mismos van desarrollándose dentro de su propia mística. Y la mística de la militancia de nuestros hijos se recupera así: saliendo a la calle, compartiendo y sintiendo el compañerismo que viven día a día.
Los veo y noto que son respetuosos, ni siquiera tienen violencia. Por el contrario, sufren la violencia del hambre, de no tener un techo digno, de ver que sus padres no tienen trabajo, de no poder atenderse en un hospital como debe ser...
Ellos reciben la violencia pero no la devuelven. Y después de la marcha, llevan a sus casas un optimismo de lucha. Saben que cuando vuelven a sus hogares no ven los cambios, pero también saben que cambiar las cosas está en sus manos y en las del pueblo. Ojalá que el gobierno les preste atención, distribuya la riqueza y genere trabajo.
El presidente reconoce que hay altos grados de pobreza y que todavía hay cosas por cambiar. Pero no las cambia porque no quiere. Él hace todos los días un informe que dice que hay superávit como no lo hubo nunca, que las reservas federales nunca estuvieron tan abundantes y maneja desde la propia Casa de Gobierno su política financiera. Pero si a esos indicadores de crecimiento no los vemos, quiere decir que son mentiras. Entonces, hay que seguir la lucha.
La Argentina no tiene una política económica definida para salir del neoliberalismo. Hay una continuidad de ese modelo. Esta política económica está basada en el pasado y es la misma que hizo que se llevaran 30 mil personas.
Todavía hay chicos que se mueren de hambre, y es porque el país, en vez de avanzar, acumula la riqueza para pagar la deuda externa a acreedores externos. Pero los acreedores somos nosotros, el pueblo. No debiéramos ser deudores, hemos pagado con creces nuestra deuda. Sin embargo hay una deuda interna que no se salda, que siempre está creciendo, y esto es lo que denuncian los Chicos del Pueblo cuando dicen que salen a la calle y ven que no cambió nada.